Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2013

Marcas y graffiti de peregrino en la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave

Imagen
N o deja de ser una gran verdad, que cuando se contempla uno de los pocos templos de origen visigodo que permanecen todavía en pie en cualquier lugar de la Península, se siente algo muy especial. Sobre todo, si el templo en cuestión, a pesar de no encontrarse en su ubicación original, continúa, no obstante, integrado en uno de los múltiples caminos jacobeos que, siguiendo una ancestral tradición, dirige al peregrino siempre hacia el Oeste , hacia el Ocaso , hacia ese misterioso Finis Terrae en el que, alegóricamente hablando, se sumerge el sol cada atardecer para, una vez revitalizado, volver a renacer al día siguiente, según antiguas crencias. Tal es el caso de este templo de San Pedro de la Nave, poco menos que milagrosamente salvado de perecer bajo las aguas, y enclavado actualmente en el pueblo de El Campillo, aproximadamente a dos kilómetros más allá, como digo, de su enclave original, que lo situaba en la orilla opuesta del río Esla. C omo parte de las escalas de ese jueg

Bajo el símbolo de la serpiente: canteros de Moreruela

Imagen
‘Estos signos han desafiado hasta el momento cualquier intento encaminado a descifrar su significado; lo más que poseemos sobre ellos son hipótesis, vagas teorías, suposiciones y presentimientos. Porque dichas marcas son, en un sentido amplio, la firma que los gremios de constructores pusieron a todas las obras realizadas por ellos según el arte sagrado transmitido mediante la tradición. Decir más es ejercitar el placer de la especulación’. (1) E l placer de la especulación. Leer estas palabras a través de la sabia pluma de un querido amigo y maestro, como es Rafael Alarcón Herrera, no deja de ser, para un espíritu libre, toda una grata invitación a poner de manifiesto, con absoluta libertad y sin prejuicios, el derecho personal que tenemos a inmiscuirnos en ese universo de sensaciones que nos envuelve y atrapa cuando nos encontramos frente a algo que sabemos de antemano que nos supera, pero al que nos enfrentamos con esa valentía suicida que, aún a riesgo de hacer el ridícul

La Edad Media: un mundo de color

Imagen
'Los cronistas nos pintan esta desdichada época con los colores más sombríos. Por espacio de muchos siglos, no hay más que invasiones, guerras, hambres y epidemias. Y, sin embargo, los monumentos -fieles y sinceros testimonios de aquellos tiempos nebulosos- no evidencian la menor huella de semejantes azotes. Muy al contrario, parecen haber sido construídos entre el entusiasmo de una poderosa inspiración de ideal y de fe por un pueblo dichoso de vivir, en el seno de una sociedad floreciente y fuertemente organizada...' (1)   D espués de estar toda la noche lloviendo, de madrugada las nubes ofrecieron una tregua. Pero fue tan breve, como breve, según dicen, es el tiempo real que dura un espejismo. El nuevo día, pues, comenzaba de igual manera a como había terminado el anterior: lloviendo. Las botas aún continuaban húmedas, pero ese era un detalle que, aunque incómodo y desagradable, resultaba al fin y al cabo intranscendente, porque una vez desayunados y aún con los ojos

Palmeras y geometrías mágicas en San Pedro Manrique

Imagen
'Palmera la más alta de aquel cielo y conventillo de gorriones; parra firmamental de uva negra, los días del verano dormían a tu sombra...'. [Jorge Luis Borges] H ace tiempo, en un periódico de ámbito nacional, leí que los expertos consideraban a la palmera como el árbol más antiguo del mundo. Por alguna razón especial, muchos pueblos pretéritos veían en ella un símbolo espiritual de primera magnitud, y sus ramas, dentro de la significancia judeo-cristiana, adquirieron el emblema de santidad y representatividad del martirio, acompañando a la gran mayoría de imágenes de santos, santas y vírgenes que sustituían a los atributos que portaban deidades anteriores, como por ejemplo, las espigas de trigo, símbolo de fertilidad que solía acompañar a la diosa Ceres. Hasta tal punto se consideraba sagrada a la palmera, que en Salmos (92.12), se lee: florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano . De madera de cedro fueron, al parecer, las famosas column