Tras las huellas de los canteros medievales os desea una Feliz Navidad

N avidad. Una palabra que suscita las más diversas emociones, pero que, por una de esas incomprensibles costumbres que terminan creando hábito, todos, o casi todos, nos dejamos llevar, anteponiendo el corazón; tirando la casa por la ventana; sintiéndonos desgraciados, por no haber atrapado a ese Gordo escurridizo que todos los años nos dá con la puerta en las narices; lamentándonos, acongojados, por esa interminable cuesta de enero, que posiblemente este año, más que nunca, se nos convierta en el peor de los puertos que hemos de superar. Sobre todo, cuando somos conscientes de nuestra situación, y humanamente nos preguntamos, con la angustia a flor de piel, qué nuevas desgracias y estrecheces nos deparará el Nuevo Año. E so no quita para que, siendo igualmente objetivo, sea fiel a mi costumbre. Sobre todo, porque me siento agradecido a todos aquellos que seguís este blog y aguantáis estóicamente las parrafadas con las que, con más o menos frecuencia, os bombardeo, en este afán ...