Marcas de cantería en la iglesia más antigua de Sepúlveda


Chorros de sangre corren por las venas de su historia, pero también infinitos enigmas de difícil solución. Vista en la distancia, Sepúlveda es, comparativamente hablando, como esa fabulosa montaña de las tradiciones árabes, el Khaf, en cuya superficie habita el fabuloso pájaro Roc, pero en cuyas entrañas sobreviven, indolentes al paso tiempo, tesoros perdidos en la noche de los tiempos. Celtas y romanos, árabes y cristianos dejaron sus huellas en una inequívoca confluencia que, aunque a menor escala, hacen de esta ciudad una pequeña toletum enclavada en pleno corazón de Castilla. Basta echar un vistazo a sus calles estrechas, cargadas de símbolos y recuerdos, a su transformada judería, apenas reconocible por las nuevas construcciones y a sus milenarias tradiciones, para comprender que hubo un tiempo en el que el Conocimiento circulaba a su libre albedrío entre las distintas gentes del Libro. De su prosperidad medieval, dan cumplido testimonio los restos de las murallas que la cercaban y los numerosos templos que, en mejor o en peor estado, todavía mantienen sus torres-campanario enhiestas hacia unos cielos en los que en las noches claras, todavía se ve el candil del Carro guiando el camino de los peregrinos. Gentes del camino debieron de ser, también, aquellos mismos artesanos que establecieron en ella sus talleres y levantaron templos de belleza y precisión, entre los que destacan, situados en lo más alto, el del Salvador y aquél otro dedicado a la figura de una Virgen Negra: Nª Sª de la Peña, posiblemente los que menos hayan sufrido las alteraciones de un tiempo y de unos hombres que olvidaron su auténtico sentido y valor.
 
Llegar al templo del Salvador, supone ascender un pequeño via crucis que, no obstante la posible fatiga de la ascensión, proporciona unas vistas espléndidas de una ciudad, que parece dormir un sueño eterno alrededor del monte sobre la que se asienta. De proporciones esbeltas, conserva una hermosa galería porticada y prácticamente intacta toda su ornamentación original. Una ornamentación, en cuyos detalles encontraremos, quizás, elementos que nos proporcionen alguna pista, si no de quiénes fueron en realidad los que lo levantaron, sí al menos, reseñas más o menos fiables, de dónde estuvieron y también en donde pararon. Por cierto tipo especial de nudo -colocado a propósito en vídeo que ilustra la presente entrada-, se podría decir que fueron coetáneos y hasta posiblemente trabajaron allá, allende la frontera con Soria, en el también arcano templo de San Miguel en San Esteban de Gormaz. Pero a diferencia de éste, en el que apenas se encuentran marcas, los canteros que levantaron el templo del Salvador, dejaron, en unos sillares que desafían obstinadamente al tiempo, una pequeña colección de símbolos, que merece la pena observar. La mayoría, en su conjunto, no difieren apenas de los que se pueden encontrar en numerosos templos de sus características, independientemente del lugar en el que éstos se levanten: compás, flechas, iniciales, formas rúnicas, patas de oca, etc. Pero hay uno, bastante abundante, por cierto, que llama mucho la atención, pues su forma, antiquísima y bien conocida desde la más remota antigüedad, no suele verse con facilidad: la esvástica. De hecho, sólo recuerdo haberla visto como marca de cantero, en el claustro de un monasterio orensano venido a menos, el de Santa María de Xunquera de Espadañedo. Una esvástica que, curiosamente, mantiene sin trazo el extremo superior e inferior del madero central. Una forma, que de hecho, no se vuelve a encontrar en ninguno de los restantes templos, no sólo de ciudad (Santiago, Justo y Pastor, San Bartolomé), sino también, me atrevería a decir, de toda la región.
Hay también algunas inscripciones romanas, probablemente pertenecientes a antiguas sepulturas, y algunos curiosos grafitis, como el que muestra una extraña figura -quizás un ángel o una representación mariana- portadora de una cruz. Y no muy lejos, un crismón a cuyo pie de aprecia una fecha, a la que algunos consideran aquella en la que se consagró el templo, pero que otros desmienten y consideran apócrifa. En fin, apenas pequeñas gotas de agua en un mar revuelto, pues realmente podría decirse que son insignificantes si las comparamos a la extraordinaria simbología que los misteriosos canteros desplegaron en la ornamentación de un templo que, como muy bien dice la dedicatoria que hay en la calle, al comienzo de la subida, caminante catador del hechizo de esta villa; sube y llega con fervor hasta el altar de Castilla, donde en románico brilla, la joya del Salvador.

Comentarios

  1. Hola Juan Carlos: Hace mucho que no te pongo unas líneas por por estos lares, así que leyendo esta nueva entrada me he animado.
    Cuando me puse examinar la marcas de cantería de la Iglesia de La Orden, busque por internet que parecido con otras pudieran tener, y aunque no iguales ni mucho menos, recordemos que la iglesia es muy pequeñita, di con una fotografía, que va a resultar ser de este templo de San Salvador. Luego te dejo una fotografía. En la parte exterior del ábside en uno de su arcos me pareció ver una esvástica. Los crios de por aquí, son un poco camicaces pero yo no creo sea un grafiti. Si que hay otras marcas violadas pero los puntos a los lados me confirman que originalmente era un marca de cantería. Y para finalizar, dentro hay dos muy marcadas, una que si te toco un poco la fibra diría que es una doble pata de oca, jaja, no creo son 3 líneas cruzadas. y otra que por mas que la miro no me sugiere nada. Bueno, saludo y que pases buen verano.

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  2. Hola, Minerva. Me parece muy interesante tu comentario. Tendré que revisar las fotos que exteriormente hice de la iglesia de La Orden, ya que en su interior, no pude entrar. Pero no recuerdo que hubiera muchas marcas de cantería y desde luego, no me pareció ver una esvástica entre ellas. Pero eso no quiere decir que no la tenga, tal y como dices, pues si algo tengo claro, es que nadie es infalible y a veces, pues se escapan detalles. Tendré mucho gusto en verla. Como te he dicho por el face, apenas llevo dos días de vacaciones, desde el lunes. Estaré unos días descansando en casa, y preparando el próximo viaje hacia Galicia y su magia celta. En fin, que yo también te deseo que pases un estupendo verano y aproveches para cazar marcas, pues no hay duda de que las hay a montones por la zona en donde vives. Y no sólo marcas, sino también estupendos 'mensajes subliminales' en los capiteles y canecillos de las iglesias de alrededor. Aprovecha el tesoro que tienes a mano.

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