Gaudí: retorno a los orígenes. Introducción
Aun a pesar de sentir pasión por
ese estilo novedoso y argótico, cuya aparición en el siglo XIII había dejado
por completo obsoletas las antiguas construcciones románicas, afirmaba Gaudí
que el gótico, no obstante, era un estilo incompleto y que sus edificios
adquirían mayor belleza cuando estaban en ruinas y eran poseídos por la
naturaleza. El retorno a las fuentes tradicionales, y sobre todo, el respeto y
observación de ésta última, la naturaleza, fueron una constante a lo largo de
su obra y conjugaron una parte esencial de las técnicas afines a un estilo y un
renacer arquitectónico, la Reinaixança o modernismo, que comenzaba a brotar con
fuerza en las principales ciudades europeas de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX. Atrás quedaban las aburridas soluciones de unos
estilos, renacentista y barroco, que habían proliferado con fuerza durante
siglos anteriores, sobrecargados en algunos y con falta de imaginación en
otros, herederos, sin duda, de unas edades marcadas por el oscurantismo y la
Inquisición, posiblemente tan bárbaras o más, a aquellas otras que habían
definido uno de los periodos históricos más brutales, denominados como Alta
Edad Media.
Recibiera o no el don de Dios que
le permitía, según él, ver y concebir las cosas en el espacio, lo cierto es que
en sus obras, a poco que se esfuerce uno en mirar, descubrirá la presencia y la
fuerza de los viejos símbolos que subyacen en el inconsciente colectivo y que
ya fueron empleados con profusión por sus antecesores, los maestros y canteros
medievales: la salamandra, el dragón, el caduceo, la serpiente, el hexágono, la
tortuga, el toro o el árbol de la vida entre otros, sin obviar, por supuesto,
las características de una arquitectura así mismo fractal, inspirada por la
magia y la perfección de las espirales y helicoides, conocidas y aplicadas
desde la más remota Antigüedad.
Hola! Aunque ya leí esta entrada cuando la publicaste hoy he vuelto a ver el vídeo y es ¡¡¡Fantástico!!! Un beso.
ResponderEliminarHay pocas cosas más fantásticas que Gaudí, su mundo y su obra. Pero eso ya lo sabes, ja, ja. Abrazos
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