Montalbán: marcas de cantería en un castillo templario


La iglesia de Santa María, en Ayllón, es un híbrido levantado con los sillares de varias iglesias románicas que ofrecían antaño un fidedigno testimonio de la importancia de esta villa segoviana en la Edad Media. Aparte de los sillares, también se utilizaron -supongo que sin otro orden ni concierto ni otra intencionalidad que la de un simple relleno- restos temáticos que en el tiempo original -probablemente, siglos XII ó XIII- representaban figuras y símbolos cuya disposición, evidentemente, así como su probable significado secuencial, se ha perdido por completo. Verlos sobresaliendo del vetusto armazón de la actual parroquia, aparte de una lógica curiosidad, genera, también, una cierta sensación de extrañeza. Posiblemente a consecuencia de dicha sensación, y con ánimo de entablar conversación, recuerdo que la áultima vez que estuve en Ayllón -si no me falla la memoria, debió de ser hace algo más de un año- le pregunté al párroco, si sabía qué significaban esos extraños símbolos. Una pregunta posiblemente estúpida, lo reconozco, pero ahora bien, hecha con ese tipo de espontaneidad que sólo se manifiesta cuando la curiosidad y los deseos de saber, no se pueden reprimir. El párroco en cuestión, un hombre relativamente joven todavía, se encogió de hombros y aunque cortés, me contestó:

- No son extraños; sencillamente, no los entendemos.

A mi modo de ver, el buen hombre -quizás con la intención de quitarse a un posible pesado de encima- y momentáneamente iluminado, dijo una verdad como un templo. Templo, Verdad y Entendimiento. Tres conceptos que, no me cabe duda, estuvieron estrechamente ligados en su momento, y en la actualidad forman por separado las piezas vitales de un complejo rompecabezas cuya resolución, a falta de una oportuna piedra de Rosetta que nos ofrezca la clave, está aún lejos de conseguirse.



Por eso, es conveniente que entendamos que prácticamente todo cuanto podemos hacer en este complejo tema es, sencilla y llanamente -mal que me pese decirlo- especular.

Especulando, pues, y siguiendo con el hilo argumental de esta breve introducción, permítaseme ahora hacer un pequeño viaje (espero que los vídeos que se acompañan, ayuden a ambientarse) para trasladarnos a las cercanías de la arcana Toletum, la antigua y multicultural capital visigoda, y comentar sobre algunos de sus enclaves más misteriosos y significativos.


A menos de una treintena de kilómetros de alli, y dentro del término municipal de La Puebla de Montalbán, se localiza el castillo objeto de la presente entrada. Extraordinariamente cerca como para no considerarlo una mera casualidad, se encuentra un emblemático complejo sagrado visigótico, conocido como Santa María de Melque, así como también otro elemento sacro de la cultura megalítica: un dolmen.

Elementos ya de por sí más que suficientes para atraer la atención de un cuerpo medieval de élite, no sólo referido a sus cualidades en el campo de batalla, sino también por ser lo suficientemente audaces como para embarcarse en la más absoluta de las búsquedas trascendentales, con independencia de su origen y línea de pensamiento: los templarios.


Aunque no fueron los constructores del castillo, ni tampoco -como parece demostrado históricamente- los únicos que procedieron en algún momento a su remodelación, adaptándolo a sus necesidades y conveniencia, los investigadores tienen a ver su sombra -alargada y terriblemente escurridiza- detrás de la asombrosa cantidad de marcas de cantería que hacen de él, no me cabe duda, un caso notablemente atípico. Tal vez resulte significativa la presencia entre éstas, de un símbolo frecuente en numerosas construcciones templarias, e incluso en aquéllas otras que, basadas en la tradición oral, se les atribuye: la pentalfa.

Si bien es cierto que, aunque no demasiado frecuentes, sí se han localizado marcas en algún que otro castillo -incluso símbolos de inequívoco origen egipcio, el ankh o cruz de la vida, como es el caso del castillo alcarreño de la Riba de Santiuste, famoso, entre otras cosas, por las supuestas apariciones de un fantasma al que se llama popularmente Manuela y que fue foco de atención, entre otros, del programa Medianoche de la Cadena Ser, dirigido por Antonio José Alés- encontrárselas en número tan elevado sí que hacen, para nuestros propósitos, especial a éste histórico baluarte.

Difícil resulta sustraerse al poder las leyendas, cuando de castillos, templarios y hermandades compañeriles se trata; y aunque aún no han sido localizados -al menos en su totalidad- es cierto que se habla de túneles que conectaban el castillo con la ermita de Santa María de Melque, foco de atención y por algún tiempo lugar de pertenencia al Temple que, por si fuera poco, poseía en tiempos dos vírgenes titulares, con la particularidad de que una era negra y la otra blanca. El simbolismo de los colores del bauceant templario.


Las marcas, en su gran mayoría, son de base lineal y representan ángulos de 90 grados, que podrían tener relación, se me ocurre pensar en un principio, con ciertos códigos utilizados durante la Edad Media, atribuidos -con o sin fundamento- a templarios y rosacruces. En número menos significativo, aunque repetido con cierta frecuencia, aparece otro tipo de trazo lineal, semejante a una pajarita -por poner un ejemplo lo más aproximado posible a su forma- y una angulación probable de 30 grados; hay también triángulos equiláteros, así como flechas, típicas en la gran mayoría de edificaciones de índole románica. Cierta repetitividad tienen, así mismo, las representaciones crucíferas que se podrían calificar del tipo griego, dado que tienen los brazos iguales.

Significativos, por otra parte, podrían ser aquellos otros elementos que aparecen con escaso o unitario criterio. Entre estos, cabe destacar los siguientes: pentalfa, compás, círculo y un símbolo que se me ocurre muy similar a la ómicron griega.

Comentarios

  1. gracias muy interesante, pensar lo grandes que eran, con los medios escasos

    ResponderEliminar
  2. Bueno, yo, con todos mis respetos, tiendo a pensar que disponían de los medios 'suficientes' para lograr la precisión que perseguían, teniendo como referencia las maravillas de la Antigüedad que les precedieron y de cuyas fuentes se nutrieron. De su grandeza, estimado/a amigo/a, no tengo duda. Gracias por su comentario. Un saludo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cuando el Arte nos recuerda la genialidad de los maestros canteros

Sepúlveda: el Santuario de las Patas de Oca

Canteros de Debod