El fascinante universo simbólico de Noya: Santa María a Nova


'Viendo Yahveh que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos los designios de su corazón eran siempre perversos, se arrepintió Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, se dolió en su corazón y dijo: "Voy a barrer de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta los animales domésticos, y hasta los reptiles, y las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho". Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahveh...'.
[Génesis, 5, 6]
'Los hijos de Noé salidos del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. Estos tres fueron los hijos de Noé y a partir de ellos se pobló toda la tierra...'.
[Génesis, 8, 18]
¿Comienza aquí la historia de Noya y buena parte de ese misterio ancestral, consignado en una insólita colección de laudas, que yacen abandonadas con desdén, en su gran mayoría, en el cementerio anexo a la iglesia de Santa María a Nova?. ¿Qué se oculta, en realidad, tras esa abismal Protohistoria frente a la que los historiadores modernos sienten un vértigo o terror parecido al que, supuestamente, sentían los marinos medievales cuando se alejaban más allá de las Columnas de Hércules y el mar conocido?. ¿Quién era, en realidad, ese misterioso personaje llamado Ioan de Estivadas, cuyo sensacional sepulcro ocupa un lugar preeminente en el interior de la iglesia de Santa María a Nova y por qué, no menos relevante y misteriosa coincidencia, su mujer, María Oanes lleva el nombre de aquél enigmático ser que, según la mitología mesopotámica, salía del mar todos los días para enseñar a los hombres los rudimentos de la civilización?. ¿Existe alguna relación con aquél otro personaje oriental, anónimo para más señas, cuyo sepulcro se encuentra también en el interior de una iglesia cristiana, San Francisco de Betanzos, que se levanta, a escasos metros de otra no menos interesante iglesia que lleva el relevante nombre de Santa María del Azogue, en el lugar donde se supone que la Orden del Temple tuvo una importante encomienda?. ¿Existe algún tipo de relación, entre las vacas que se advierten en la parte frontal del sepulcro de Estivadas y aquélla otra vaca cíclica que se aprecia por encima del sepulcro de una Dona de la familia Pardo de Aguiar que, como el anónimo personaje oriental al que se hacía referencia anteriormente, reposa también en la iglesia de San Francisco, en Betanzos?. ¿Es la misma María Oanes, relacionada también con el vino, aquélla que figura, precisamente, en el testamento de Lopo Núñez Pardo?. ¿Qué tiene de especial ésta pequeña población costera de Noya, que se levanta, aproximadamente, a medio camino entre Santiago de Compostela y Finisterre?.
Noya, obviamente, es la gran Incógnita; el pequeño Axis Mundi sobre el que, por razones que de momento se nos escapan, la Tradición no sólo encontró refugio, sino también fuente en la que, al parecer, saciaron su sed de conocimiento, no sólo canteros y gremios, sino también individuos que acudían en busca de una iniciación hermética, parte de cuyos fragmentos a duras penas sobreviven entre el polvo y el olvido. Por eso, qué duda cabe, que para todo amante del Símbolo, constituye el Paraíso; pero, paradójicamente, y aunque parezca una exageración, también su descenso a los infiernos. Y aun así, resulta difícil, cuando no imposible, no dejarse subyugar por ese fruto prohibido, sabiendo de antemano, que toda respuesta que aparentemente surge del ciclo infinito de preguntas que uno se plantea apenas pone los pies en el interior de este templo, calificado, todo sea dicho de paso, como de típicas influencias marinheiras (1), no son, sino, meras especulaciones; apenas cabos fragmentarios de una extraordinaria madeja cuyo verdadero corazón se pierde en los innumerables laberintos de la Historia. Unos hilos y una Historia que, a medida que uno se implica –o al menos, intenta implicarse- va presentándole no sólo una infinitud de símbolos, sino también una serie de personajes, que tal vez estén o no relacionados, pero que sin duda le llamarán poderosamente la atención, hasta el punto de intentar buscar algún tipo de conexión donde, quién sabe si después de todo, no existe nada.
Creo que sería un error, intentar derivar el enigma, sólo y exclusivamente al ámbito de influencia de esta iglesia de Santa María a Nova, obviando un detalle, relevante, como puede ser, así mismo, la magnífica iglesia de San Martiño, donde se supone que trabajó, si no el propio Maestro Mateo, sí parientes cercanos que, al parecer, seguían la tradición canteril de la familia. Una iglesia, y una portada, la oeste o principal, que es toda una maravillosa obra de Arte, en la que, además, en vista de ciertos personajes, como el ángel que toca su trompeta, podríamos implicar -por alusión y similitud-, incluso, a aquél antecesor de éste, el Maestro Esteban: precisamente el que levantó la magnífica y a la vez enigmática portada de Platerías de la catedral de Santiago de Compostela y también, la antigua portada románica que fue sustituida por el Pórtico de la Gloria. Pero no solamente existen interesantes claves referidas a los monumentos más relevantes que se pueden visitar en una ciudad como Noya, sobre todo en lo que se refiere a sus templos más representativos. Hay que mirar también sus casas más antiguas, los guiños que algunos restos todavía nos hacen, al cabo de los siglos, y donde el perro -que no sólo figura en los sepulcros, incluido el de Ioan de Estivadas, sino también sorprendentemente atados por una cadena a ciertos escudos nobiliarios, y no sólo fue compañero de santos mistéricos y camineros, sino también del propio Hijo del Trueno- y esas pequeñas capillas o capelas que, como la de San Antón, aún habiendo perdido su mensaje original -me pregunto, qué claves no mostrarían sus desaparecidas pinturas- vuelven a reunir, en un lugar tan pequeño a relevantes personajes relacionados directamente con el misterio, el conocimiento y el Camino de las Estrellas.
Santa María a Nova y su impresionante colección de laudas -no diría sepulcrales, porque, según parece, ninguna se utilizó para tal fin, aunque sí fueran reutilizadas para ello, siglos después- aunque importante, no es, aunque a priori lo parezca, el enigma fundamental de Noya, sino que, en mi opinión, tan sólo forma parte de un grandioso mosaico, que hizo de Noya un centro de iniciación de primera magnitud. Y eso es, precisamente, lo que me propongo ir desarrollando en las próximas entradas.


(1) A este respecto, no deja de llamarme la atención, la similitud, comparativamente hablando, entre la forma del interior de esta iglesia de Santa María a Nova y aquélla otra, a menor escala, desde luego, que caracteriza el denominado como cripta o Forno da Santa, en la población orensana de Santa Mariña de Augas Santas. Su relación con el agua, o con una enseñanza derivada de ella, parece también evidente.

Comentarios

  1. Hola! ¡Qué maravilla! Oye el libro que leías el otro día no sería la biblia, jeje. Con lo que te gustan las marcas de cantero te imagino que con tal despliegue quedarías encantado, formas que son firmas, no podía estar más acertado el título: fascinante!! Por cierto, en el vídeo falta el bocata de calamares jaja.
    Besos!

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  2. Hola, bruja. No exactamente, era un clásico relacionado con el Camino de las Estrellas, aunque no te creas, la Biblia resulta también un compendio de información de primera magnitud. Algún día me meteré de lleno con ella y con otro libro que tengo, bastante interesante, donde se recogen algunos de los mal denominados, en mi opinión, evangelios apócrifos. Más que encantado, quedé realmente hechizado: fue como penetrar en el sancta-santórum de los canteros. Lo malo es que por mucho empeño e interés que se ponga en no dejarse atrás ni un solo detalle, siempre hay cosas que se escapan, te lo aseguro, y eso que me tiré mis buenas horas moviéndome por alli. El bocata vino después, hambriento como estaba, cuando vi su tamaño pensé que en lugar de un bocadillo me habían plantado una pata de jamón, ja,ja...Noya es un lugar fascinante, creo que ningún otro título lo definiría mejor. La próxima vez que recorras esta costa, no dejes de visitarlo. Pero no te dejes llevar tan sólo por esta iglesia y su tesoro, porque sería un error: visita San Martiño, y verás una completa maravilla; date un paseo por la ría, a la salida del pueblo desvíate hacia la iglesia de Santa Cristina que, aunque moderna, te hará encontrarte con otro lugar cuyas claves se han perdido: el antiguo cementerio y la capela de San Antón. Fíjate en las casas, sobre todo en las antiguas, donde todavía sobreviven restos de la antigua sabiduría...En fin, tómate tu tiempo.
    Un abrazo

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