Los Lenguajes del Silencio. Petroglifos de Pontevedra: Amoedo



Para poner fin, al menos momentáneamente a esta breve incursión por el fascinante mundo de los petroglifos pontevedreses, nos acercamos a las inmediaciones de Redondela, en pleno Camino de Santiago portugués –no sin hacer mención a su bonito puerto de Cesantes y a la isla de San Simón, con su leprosería y cárcel en la posguerra-, y al pueblo de Amoedo, a cuya salida, y a breves metros de la gasolinera, parte un camino rural a la derecha, que se adentra en el monte. No bien se entra en él, se observa, a la izquierda, un crucero de piedra, que si bien no parece ser muy antiguo, sí confirma, cuando menos, la continuidad de las primeras cristianizaciones, de las que quedan constancia, como se constatará más adelante con las cruces grabadas en la piedra, que distorsionan algunos petroglifos. A menos de una docena de metros más delante del crucero, también en el margen izquierdo por delante del crucero, aunque prácticamente oculto por la vegetación, se aprecia un pequeño edificio que, por edad, posiblemente no desmerezca el calificativo de histórico: se trata de un viejo molino que, a fin de cuentas, ofrece un genuino toque de romanticismo al lugar.


Se conoce, así mismo, la presencia de numerosos túmulos funerarios en los alrededores, y aunque no tiene la categoría, al menos todavía, de parque arqueológico como los de Touron y Campo Lameiro, sí es cierto que se convocan numerosas visitas guiadas al lugar, muchas de las cuales transcurren de noche, pues al parecer y por increíble que parezca, los petroglifos se distinguen mejor. Una de las características más reseñables de este conjunto, es la representación de misteriosas cazoletas, muy similares, por no decir idénticas, a las que se recogen en numerosos lugares peninsulares, incluso tierra adentro, como las innumerables cazoletas que decoran las paredes de la cueva de la Santa Cruz, en Conquezuela, provincia de Soria.
Éstos, por lo demás y en líneas generales, como si se tratara de un lenguaje universal, apenas difieren en sus temáticas de los que hemos podido apreciar en las anteriores entradas, señalando, quizás, lugares eminentemente sagrados. Como dato a tener en cuenta, además, se constata la presencia de petroglifos en numerosos pueblos de los alrededores, a veces distribuidos en pequeñas cantidades y otras, en solitario.


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