Los Lenguajes del Silencio. Petróglifos de Pontevedra: Campo Lameiro


Sin duda, tenemos en este sorprendente lugar, no sólo uno de los mayores yacimientos de petroglifos de toda la comunidad de Pontevedra, sino además, uno de los pocos Centros Arqueológicos destinados a salvaguardar esta rica herencia cultural, que mantienen sus puertas abiertas al público y donde no resulta difícil encontrarse con profesores de secundaria que acompañan a sus alumnos a clases eminentemente prácticas, donde se les muestra una parte de la forma de vida, las costumbres y el espíritu que animaba a aquéllos pueblos protohistóricos, que en buena ley podrían considerarse como sus más remotos antepasados. Se accede a Campo Lameiro, por la carretera general 541, precisamente aquella que conecta Pontevedra con Carballino y Orense -capital de la vecina provincia de idéntico nombre, de la que dista ochenta y tres kilómetros-, y por la que el buscador de singularidades, puede acceder a lugares donde se constata -sea documental o tradicionalmente-, la presencia de una orden medieval muy particular de monjes-guerreros, cuya afición por asentarse en las cercanías de lugares megalíticos y antiguos cultos, resulta bastante más que casual: los caballeros templarios. De hecho, uno de tales lugares, sería la población de Astureses -distante seis o siete kilómetros de Carballino-, y su iglesia de San Xulián, donde todavía se puede contemplar el sarcófago en el que reposan los restos de Frei Juan Pérez de Outeiro, fallecido en 1286.
 
Localizados en una extensión aproximada de 22 hectáreas, los petroglifos de Campo Lameiro no sólo ofrecen una extraordinaria variedad de temáticas, sino que además han sido datados por los arqueólogos en varias fases predeterminadas, considerándose que el principal conjunto de ellos, se desarrolló en los milenios III a II a. de C., coincidiendo con el desarrollo del Neolítico Final y la Edad del Bronce. Tal antigüedad, así como diversos factores relacionados con el tiempo, la erosión, la barbarie -y no me refiero al concepto de latino encaminado a aquellos que vivían fuera de las ciudades-, así como un clima pródigo en el desarrollo de múltiples colonias de líquenes y hongos, hacen que muchos de ellos sean prácticamente indistinguibles a simple vista, detalle del que avisan en el Centro de Interpretación y recomiendan restringir la visita a aquellos mejor conservados, perfectamente delimitados en un circuito previamente numerado. Sea como sea, merece la pena recorrerlo entero.
 
Dentro de la diversidad de motivos, sobresale la figura trascendente del ciervo, que aquí adquiere proporciones monumentales, lo que puede dar una idea de la fascinación que dicho animal totémico ejercía sobre los pobladores de la zona. A este respecto, quizás no fuera demasiado descabellado sugerir si dicho interés, no desembocaría, con el paso del tiempo, en cultos determinados que darían origen a los mitos sobre los reyes sagrados, que portaban grandes astas de ciervo en sus tocados -como se descubrió en algunos yacimientos, como el de New Grange-, a la formación de grandes deidades, como el Cernunnos celta o incluso, de alguna manera, a la continuidad del mito, particularmente adaptado, como los cuernos que portaban Moisés, Dioniso e incluso el propio Alejandro Magno, sin olvidar que incluso en ciertas representaciones románicas, se identifica al ciervo con el propio Jesucristo y, hecho curioso, su caza y persecución desembocó en el descubrimiento del lugar sagrado y la imagen virginal, generalmente negra.
 
Junto a la figura abundante de cérvidos y equinos -predominantes sobre una fauna que debía de ser abundante y variada-, destacan, así mismo, las tradicionales espirales y los laberintos, símbolos fundamentales que no sólo fueron adoptados durante la Edad Media por las diferentes hermandades de canteros, sino que, por añadidura, se ha constatado su presencia en los cinco continentes, diseño que no sólo se encuentra abundantemente en diseños terrestres naturales o celestes, lo que así mismo, determinaría la presunción de posesión de ciertos conocimientos que la historiografía oficial lejos está de admitir y contemplar, y que además, fueron utilizados como modelos subterráneos en tumbas y posteriormente reproducidos en el interior de numerosas catedrales góticas.


Comentarios

  1. La historia y la leyenda de todas las razas y pueblos que han existido sobre la tierra se cuenta a través de sus símbolos. En sus dibujos y lineas encontramos la esencia de toda su cultura, sus creencias, su fe y su sueños de que de esta manera sus marcas llegarían hasta los dioses y otras generaciones del futuro sin caer en manos de clanes que hicieran malas practicas de ellas. .Magnifico documento JuanCar. Abrazos¡¡

    ResponderEliminar
  2. En efecto, Roberto: no hay lenguaje más puro y universal que el símbolo. Por desgracia, y aunque esos arcaísmos los seguimos utilizando en parte, hemos olvidado por completo la esencia, el vehículo transmisor que, de alguna manera, aún llevamos aletargado en los genes. Y creo, si hemos de seguir a Robert Graves, que hubo pueblos, como los celtas, que supieron enmascarar muy bien sus creencias más íntimas, sobre todo aquellas encaminadas a su religión y sus dioses, pues, como bien dices, existían ese tipo de 'robos de religión', si se me permite la expresión, que hacían que los diferentes clanes guardaran su secreto con mucho celo, aunque a veces, como el bardo Taliesin, lo gritaran a grandes voces. Gracias por pasearte por aquí y un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Hola! Estoy de acuerdo con los dos, salvo que el símbolo a pesar de ser el lenguaje más universal es también el más abstracto, para mí ahí radica su magia, guerreando a primera hora jajaja. Juan Carlos el lugar es precioso: Campo Lameiro y que decir de los petróglifos, los símbolos que de una forma tradicional han ido pasando generación tras generación a las diversos pueblos, en los mosaicos romanos también se repiten bastante las escenas de caza, los ciervos y los caballos, desde la noche de los tiempos los animales han sido primarios para la humanidad. El laberinto, como bruja ¡Me quedo con el laberinto! A veces consigue que me pierda ante su sola presencia. Gracias y un beso.

    ResponderEliminar
  4. Hola, bruja. En efecto, qué bien lo has dicho: el poder del símbolo, su magia, radica en su propia abstracción y en esa irresistible atracción subliminal que conlleva siempre su mensaje. La caza, desde el alba de los tiempos, siempre ha sido una actividad considerada como sagrada y los mejores cazadores, siempre tenían una relevancia especial dentro del estatus de la tribu, como proveedores del alimento vital. Tal vez fuera aquí (digo sólo tal vez), donde comenzaran a establecerse las diferentes divisiones que determinarían los estatus de poder a lo largo de los siglos: el sacerdotal (el brujo o chamán) y el real. Sea como sea, no deja de ser toda una aventura intentar adentrarse en estos universos que, después de todo, conforman una parte esencial de esa memoria histórica de la que sólo ahora percibimos pequeñas nubes. Campo Lameiro, a pesar de haberse convertido en el principal o en uno de los principales parques temáticos de Pontevedra, no deja de ser, tampoco, un lugar fascinante. Y de hecho, todavía se siguen descubriendo más petroglifos y singularidades, lo que indica, de paso, que fue un lugar muy especial para aquellos antiquisimos pobladores. Si alguna vez vas a Pontevedra, te recomiendo que no te lo pierdas. Del laberinto y su magia, qué decir, creo que lo que tú opinas, lo sentimos todos cuando lo vemos. Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sepúlveda: el Santuario de las Patas de Oca

Marcas de cantería en San Isidoro de León

Cuando el Arte nos recuerda la genialidad de los maestros canteros